Un suicidio se prepara durante cuatro o cinco generaciones. El suicida es un enemigo de su vida porque considera que la vida no es suya: tiene la sensación de que le han metido la vida de otro. Ha fallado la madre, el padre y los abuelos. No es que el suicida quiera eliminarse a sí mismo, sino a alguien o algo que lo invade (yaciente). Destruyendo a su cuerpo comete un crimen, porque en último momento, en la verdad de la agonía, se da cuenta que ha destruido a su verdadero espíritu: ha matado a un niño.
Si durante el embarazo la madre o el padre no desean al bebé, a éste le llega la orden de “no vivas”. Puede que la mamá lo aborte, puede que nazca sin llegar a término, pero si sobrevive al periodo de gestación, al parto y a los primeros meses de crianza, crecerá con la programación de “no vivas”. Será una persona con la sensación de que está de más y con poca fuerza para enfrentar las dificultades pequeñas y grandes, de modo que tenderá a evadirlas.

Luciano Brandan Psicólogo Clínico – UBA
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